El envejecimiento es un proceso inevitable, pero la manera en que lo experimentamos, especialmente en términos de felicidad, puede variar enormemente. Para algunos, los años dorados traen una sensación de paz y satisfacción, mientras que para otros pueden ser una fuente de ansiedad o soledad. Pero, ¿qué nos dicen los estudios científicos sobre la relación entre la felicidad y el envejecimiento? Expertos de renombre, como los psicólogos de Harvard Daniel Gilbert, Robert Waldinger, Shawn Achor y neurocientíficos como Lisa Feldman Barrett, junto con el médico español Mario Alonso Puig, han aportado valiosos conocimientos sobre cómo la felicidad cambia con la edad y cómo podemos mejorar nuestro bienestar en cada etapa de la vida.
¿Qué nos hace felices a medida que envejecemos?
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TogglePiensa en tus 20 o 30 años. Quizás estabas enfocado en avanzar en tu carrera, o soñabas con comprarte tu primer coche o tu propia casa. Para muchos, la felicidad en esa etapa está ligada a logros externos: obtener ese ascenso en el trabajo, encontrar pareja, formar una familia, viajar por el mundo. Pero con el tiempo, algo cambia. Lo que antes parecía muy importante, con los años deja de serlo.
De hecho, según Daniel Gilbert, psicólogo de Harvard y autor de Tropezando con la Felicidad, muchas veces nos equivocamos cuando tratamos de predecir qué nos hará felices en el futuro. ¿Alguna vez te ha pasado que te emocionabas mucho por algo (como comprarte el último gadget tecnológico o esa escapada de fin de semana) solo para darte cuenta de que la emoción se desvanece más rápido de lo que pensabas? Pues eso es exactamente lo que Gilbert ha descubierto en sus investigaciones.
Las relaciones personales son fundamentales en nuestra felicidad
Pero no solo Gilbert habla de este fenómeno. Arthur Brooks, profesor en Harvard, también sostiene que, a medida que envejecemos, descubrimos que lo que realmente nos hace felices no son esos picos de éxito o emoción momentánea, sino las relaciones personales y el significado que encontramos en la vida cotidiana. Imagina a alguien que ha pasado años persiguiendo un ascenso en su trabajo. El día que lo consigue, claro, se siente increíble. Pero después de unas semanas, vuelve a su rutina diaria, y lo que realmente importa es si tiene tiempo de calidad para estar con sus seres queridos, o si encuentra propósito en su día a día.
Arthur Brooks también habla mucho de la transición hacia una nueva etapa de la vida, especialmente cuando las personas se retiran o cambian su enfoque de lo profesional a lo personal. Según Brooks, en su libro From Strength to Strength, es esencial que, a medida que envejecemos, aprendamos a enfocarnos en el agradecimiento, en las relaciones y en aceptar las transiciones con una mentalidad de crecimiento. Por ejemplo, alguien que ha pasado toda su vida trabajando puede sentir un vacío al jubilarse. Sin embargo, Brooks sugiere que esta etapa puede ser una oportunidad para desarrollar nuevos vínculos, profundizar en las relaciones existentes y redescubrir pasiones que tal vez fueron olvidadas.
Las relaciones sociales: el verdadero secreto de la felicidad según Robert Waldinger
¿Recuerdas el dicho «mejor solo que mal acompañado»? Pues, según Robert Waldinger, eso tiene algo de verdad… pero solo a medias. Waldinger, psiquiatra en Harvard y director de uno de los estudios más largos sobre desarrollo adulto, ha encontrado que, en realidad, no es la fama ni el dinero lo que nos mantiene felices y saludables a largo plazo, sino las relaciones significativas.
Imagina que tienes una tarde libre. Puedes ver una película solo en casa o salir a tomar un café con un amigo de toda la vida. A corto plazo, ambos planes pueden parecer igualmente atractivos, pero a largo plazo, la investigación de Waldinger muestra que las conexiones humanas, ya sean con amigos cercanos, familiares o incluso compañeros de trabajo, juegan un papel clave en nuestra felicidad. Y esto se vuelve especialmente importante a medida que envejecemos. Si lo piensas bien, ¿qué es lo que realmente nos queda en los años dorados? No son las medallas ni los trofeos que acumulamos, sino las personas con las que hemos compartido nuestra vida.
El poder del optimismo en la vida cotidiana
Levantar la vista del suelo cuando las cosas no van bien es complicado, pero Shawn Achor, también psicólogo de Harvard y especialista en psicología positiva, sostiene que el optimismo no solo mejora nuestro estado de ánimo, sino que nos hace más productivos y exitosos. ¿Y quién no quiere un poco de eso?
Achor es famoso por su Happiness Advantage o «ventaja de la felicidad», un concepto que explica que ser feliz no es el resultado de tener éxito, sino que al revés: ser feliz nos predispone a alcanzar más éxito en la vida. Seguro conoces a alguien que, aunque no tiene todo lo que desea, parece siempre estar de buen humor. Quizás sea ese compañero de trabajo que siempre tiene una sonrisa, o un vecino que nunca se queja a pesar de que las cosas no siempre le salen bien. Estas personas, dice Achor, han aprendido a cultivar una actitud positiva frente a los desafíos de la vida, algo que todos podemos hacer, especialmente en la vejez, cuando ya no estamos tan enfocados en la carrera o las metas materiales.
¿Qué dice la ciencia del cerebro sobre la felicidad?
¿Sabías que tu cerebro cambia con los años y que estos cambios pueden ayudarte a ser más feliz? La neurocientífica Lisa Feldman Barrett, autora de Cómo se Hacen las Emociones, nos dice que las emociones no son algo fijo. No es que «tengas» emociones como si fueran objetos, sino que las creas basándote en tus experiencias y en cómo interpretas el mundo que te rodea.
Esto es una gran noticia, ¿no crees? Significa que, incluso cuando las cosas no salen como lo planeamos, siempre podemos reinterpretar la situación para verla de una forma más positiva. Por ejemplo, cuando un amigo cancela una cita, en lugar de sentirte decepcionado, podrías ver esa tarde libre como una oportunidad para hacer algo que disfrutes en soledad, como leer o caminar por el parque. Este pequeño cambio de perspectiva puede hacer una gran diferencia en cómo te sientes día a día, y con el tiempo, puede contribuir a una vida más feliz.
El poder de la mente en la felicidad y el envejecimiento
A veces, la mayor batalla que enfrentamos no está en el mundo exterior, sino en nuestra propia mente. Mario Alonso Puig, un médico español con gran trayectoria en neurobiología y desarrollo personal, ha escrito mucho sobre cómo nuestra mente tiene la capacidad de reinventarse a cualquier edad. ¿Alguna vez has pensado que «ya es muy tarde para cambiar» o que «los viejos hábitos no se rompen»? Pues Puig argumenta todo lo contrario.
La neuroplasticidad, la capacidad de nuestro cerebro para cambiar y adaptarse, significa que siempre podemos aprender a ver la vida de manera más positiva, incluso en la vejez. Puig insiste en que nuestras creencias y actitudes tienen un impacto directo en nuestro bienestar. Si aprendemos a ser más resilientes, a practicar la gratitud y a enfrentar los desafíos con una mentalidad abierta, podemos mantenernos felices a lo largo de la vida, sin importar cuántos cumpleaños hayamos celebrado.
La felicidad es una decisión, no un destino
Al final del día, la felicidad no es un destino al que llegamos, sino una serie de elecciones que hacemos todos los días. Desde decidir mantener relaciones significativas, practicar el optimismo o simplemente cambiar la forma en que interpretamos nuestras emociones, hay mucho que podemos hacer para ser más felices, sin importar nuestra edad.
Como nos enseñan estos expertos, el envejecimiento no es una barrera para la felicidad, sino una oportunidad para redefinirla. Con cada año que pasa, tenemos la oportunidad de dejar atrás preocupaciones superficiales y enfocarnos en lo que realmente importa: las conexiones humanas, la gratitud y nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios.
Así que, si te preocupa que los años que vienen no traigan consigo tanta felicidad, tal vez es hora de replantearlo. Porque, como dicen, la edad es solo un número, pero la felicidad es una elección diaria.