La osteoporosis es una enfermedad ósea que se caracteriza por una disminución de la densidad del tejido óseo y tiene como consecuencia una fragilidad exagerada de los huesos. Normalmente, afecta a las mujeres de edad avanzada, por varios motivos: su pico de masa ósea suele ser inferior al del varón y con la menopausia se acelera la pérdida de hueso (osteoporosis posmenopáusica).
En concreto, en España, aproximadamente 2 millones de mujeres padecen osteoporosis, con una prevalencia en la población postmenopáusica del 25% (1 de cada 4). Se estima que esta enfermedad es la causante de unas 25.000 fracturas cada año. Aproximadamente 1 de cada 3 mujeres y 1 de cada 5 hombres mayores de 50 años sufrirá una fractura osteoporótica en su vida.
La osteoporosis se denomina epidemia silenciosa porque no manifiesta síntomas hasta que la pérdida de hueso es tan importante como para que aparezcan fracturas. La mayoría de las personas reciben el diagnóstico después de un impacto físico en el cuerpo o una caída que provoca fracturas, que se producen generalmente en las caderas, muñecas o vértebras.
Podemos encontrar casos, incluso, en que los estornudos o la tos pueden provoca la fractura de las costillas o el colapso parcial de una vértebra.
Se han asociado varios factores de riesgo con la aparición de la osteoporosis, incluidas las enfermedades inflamatorias del intestino, los trastornos alimentarios y los factores hormonales. Existen muchas otras causas de osteoporosis: alcoholismo, fármacos (glucocorticoides, tratamiento hormonal utilizado para el tratamiento de cáncer de mama y de próstata…), enfermedades inflamatorias reumáticas, endocrinas, hepáticas, insuficiencia renal, entre otras.
La osteoporosis es una complicación común y adversa de los trastornos alimentarios, caracterizada por una pérdida de peso dramática o un IMC bajo. Los hombres y mujeres jóvenes con anorexia nerviosa (AN) desarrollan rápidamente una disminución de la DMO, tras la aparición de la enfermedad psiquiátrica.
Aunque sea una enfermedad silenciosa, actualmente los reumatólogos cuentan con un gran abanico de herramientas para su diagnóstico precoz y así adaptar el tratamiento, bien para prevenir la pérdida de masa ósea o para combatir la osteoporosis.
Existen hábitos de vida que pueden ayudar a mejorar la calidad del hueso como son: la adecuada ingesta de calcio, el ejercicio físico y no fumar. Por eso, se recomienda que los adultos de hasta 64 años, realicen un mínimo de 2 horas y 30 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad intermedia, como, por ejemplo, senderismo o ciclismo.
También es muy importante la vitamina D para el hueso. Sus necesidades diarias se consiguen fundamentalmente por la formación de la misma en la piel cuando recibe el efecto de la irradiación solar. Se recomienda a los adultos consumir 10 mg de vitamina D y 700 mg de calcio al día y, cuando sea posible, llevar una dieta sana y equilibrada, que incluya alimentos como yogur, yemas de huevo y salmón.
Fuentes: