Cada vez existen más pruebas científicas que la obesidad es, en parte, una enfermedad inflamatoria, provocada por una actividad deficiente del sistema inmunitario.
La inflamación crónica de bajo grado es una condición típica de los llamados países desarrollados, como consecuencia de los malos hábitos de vida, del sedentarismo, el estrés y los tóxicos y contaminantes que nos rodean.
Todos estos factores son los que, poco a poco, van causando un estado inflamatorio en nuestro cuerpo.
Sin embargo, debemos señalar que, cada vez que comemos, sufrimos una pequeña inflamación en el sistema que entra dentro de los parámetros normales. El problema comienza cuando ingerimos productos de mala calidad pro-inflamatorios que hacen que esta inflamación sea mucho mayor y prolongada en el tiempo de lo normal, lo que provoca, a su vez, que nuestro sistema inmunológico esté en un estado de ataque perpetuo.
Pero, ¿qué efectos en la salud puede provocar esta inflamación y esta constante alerta de nuestro sistema inmunológico?
Aparte de generar un exceso de grasa, puede también acarrear serios problemas como la diabetes tipo 2, hipertensión, dislipemia, hiperuricemia, distintos tipos de cáncer, Alzheimer y distintos problemas vasculares, entre otras dolencias. Seguir una dieta moderada en hidratos de carbono y alcohol, baja en harinas y azúcares refinados, pero abundante en ácidos grasos oleico y Omega 3, con un buen consumo de frutas y verduras y pobre en grasas saturadas va a tener un efecto beneficioso sobre el estado inflamatorio y, por tanto, sobre nuestra salud.
La inflamación crónica de bajo grado y las concentraciones de lípidos muy elevadas también tienen un efecto directo sobre nuestra microbiota intestinal, a la que pueden causar serios desequilibrios. Según numerosas investigaciones, una microbiota intestinal alterada podría inducir al desarrollo de ciertas enfermedades en personas con predisposición genética.
En nuestro intestino vive una gran cantidad de bacterias (microbiota) cuya información genética es 150 veces mayor que la del ADN de nuestras células. Esto significa que tenemos más bacterias que células en el cuerpo.
Estas bacterias interaccionan con el cuerpo afectando al metabolismo, sistema inmune, estado de ánimo y hormonas. Por esta razón, no debemos prestar atención al intestino solamente cuando tenemos problemas digestivos, sino que hemos de conocerlo a fondo, así como al conjunto de bacterias que habitan en él, para descubrir lo que pasa en personas con sobrepeso, obesidad, la diabetes tipo II, desequilibrios hormonales, ansiedad, depresión o infecciones por virus e inflamación crónicas de bajo grado. Este tipo de inflamación requiere una atención especial dado que puede dar lugar a un amplio abanico de síntomas que en la mayoría están relacionados con el metabolismo.
Si analizamos nuestra flora bacteriana vemos que hay mucha información que podemos obtener para evitar todo tipo de inflamación en nuestro cuerpo. Los factores que pueden alterar el equilibrio de la flora son la mala alimentación, los antibióticos u otros fármacos, los tóxicos ambientales, stress, sedentarismo y también las hormonas sexuales.
Desde el área de nutrición en Blue Healthcare damos pautas y recomendaciones específicas para que el paciente pueda elevar su sistema inmune y reducir los procesos de inflamación propios de nuestro tiempo.