Trastorno de la Conducta Alimentaria. Síntomas, causas y factores desencadenantes

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Dra. Belén Unzeta. Psiquiatra

La Dra. Belén Unzeta, psiquiatra de Blue Healthcare nos ha hablado con anterioridad de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, qué es, cuáles son los TCA más conocidos, y quién lo padece. Puedes leerlo aquí 

A continuación, amplia información hablando de cuáles son los síntomas y las causas, así como lo factores desencadenantes.

¿Cuáles son los síntomas de un TCA?

Las características que ambos trastornos (anorexia y bulimia nerviosa) comparten según las descripciones actuales son el miedo al sobrepeso, los problemas referidos a la imagen corporal, la búsqueda del adelgazamiento como forma de obtener su autoestima y la existencia de numerosos sesgos cognitivos y creencias irracionales.

El término «imagen corporal» se refiere a las percepciones, sentimientos y actitudes que muestra la persona ante su propio cuerpo, o cómo esa persona experimenta psicológicamente su propio cuerpo. Su formación depende del interés, cuidado, respeto e importancia que los padres y otras personas importantes del entorno hayan concedido a su cuerpo en su crianza. Los comportamientos alimentarios patológicos observados en las personas que padecen anorexia o bulimia nerviosas se producen a causa de las tentativas que hacen para cambiar su imagen corporal y como forma de resolver su malestar emocional.

¿Cuál es la causa del TCA?

La causa es multicausal:

Uno de los factores más importantes en la creación de vulnerabilidad es la presión social que induce a considerar el atractivo físico como el valor personal predominante. Los mensajes de nuestra cultura que equiparan belleza y atracción con delgadez han creado el contexto necesario para que muchas mujeres y muchos hombres se sientan insatisfechos con su cuerpo.

Buscan su autoestima en la modificación de su apariencia corporal tratando de asemejarse a los cánones de belleza impuestos. Uno de los factores más importantes en la creación de vulnerabilidad es la presión social que induce a considerar el atractivo físico como el valor personal predominante. Los mensajes de nuestra cultura que equiparan belleza y atracción con delgadez han creado el contexto necesario para que muchas mujeres y muchos hombres se sientan insatisfechos con su cuerpo. Buscan su autoestima en la modificación de su apariencia corporal tratando de asemejarse a los cánones de belleza impuestos a través de redes sociales.

Si a ello se une que nuestra sociedad da un gran valor a ser una persona con control, la incitación para que muchos jóvenes inseguros intenten conseguirlo mediante la eliminación de cualquier conducta espontánea y la supresión del deseo, está servida.

No todas las personas expuestas a este contexto social tóxico desarrollan una patología alimentaria, es necesaria la confluencia e interacción con otros factores personales psicológico-familiares. Las personas con mayor sensación de ineficacia y malestar en las relaciones interpersonales; aquellas que dependen en exceso de las opiniones externas y que eliminan toda suerte de emociones e imperfecciones, son las más vulnerables. Otros factores como la obesidad familiar, la impulsividad y las alteraciones del estado de ánimo, favorecen igualmente esta interacción.

Los adolescentes, que por su edad tienen una imagen corporal aún poco definida e inestable, son la población más sensible a la manipulación social al tratar de establecer su identidad personal. Son proclives a definirse comparando su apariencia física con la de los otros, y no poseen los recursos psíquicos necesarios para defenderse de tamañas acciones publicitarias y en redes sociales.

Parte de la predisposición a los trastornos alimentarios se genera y adquiere en la infancia cuando las necesidades físicas y emocionales no han sido satisfechas de forma apropiada. La crianza y el proceso de socialización recibidos determinan una fragilidad psíquica en el niño/a que hará más fácil el desarrollo futuro de cualquier tipo de patología.

Algunas niñas inician el trastorno al no poder asumir los cambios corporales de la pubertad, especialmente si aparecen de forma prematura. Y algunos varones inician el trastorno si los cambios corporales -crecimiento, aumento de la musculatura- tardan en aparecer. Personalidad Algunos rasgos de personalidad hacen vulnerable al desarrollo de la anorexia porque el trastorno facilita la evitación de situaciones vitales y sociales angustiosas.

Las peculiaridades en la forma de pensar ya sean leves o severas, pueden ser un factor de riesgo para el desarrollo de alguno de los trastornos de la conducta alimentaria, por su intervención en la maduración emocional y física, la creación y mantenimiento de relaciones interpersonales, el sentimiento de autonomía y una apropiada autoestima. Algunas de las características del estilo cognitivo personal son distorsionadas y afectan la manera de sentir y actuar. En las personas que padecen un TCA se han observado algunas creencias irracionales consistentes que instan a realizar las conductas patológicas e interfieren el proceso de cambio.

Factores genéticos-biológicos. Los modelos de vulnerabilidad a los TCA actuales integran los factores genéticos y las experiencias tempranas de la vida con los aspectos sociales y personales. Se supone que estos factores generan una determinada susceptibilidad para mostrar una respuesta inadaptada al estrés crónico. Esta respuesta está mediada, entre otros fenómenos, por un incorrecto funcionamiento del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.

En presencia de determinados factores de estrés, la respuesta de afrontamiento realizada por este eje es errática lo que determina una pérdida del equilibrio nutricional.

Predisposición genética Los estudios familiares y gemelares parecen indicar que existe un riesgo incrementado de padecer anorexia o bulimia si tienen familiares que padecen estas enfermedades.

Las dietas Hacer dieta predispone a padecer un TCA, tanto más cuanto mayor sea su duración e intensidad, debido al impacto que tiene en los procesos de regulación biológica de nuestro organismo: Se elimina la percepción de hambre y saciedad. Seguir una dieta supone aprender a no hacer caso a las señales internas del organismo, generando confusión y miedo a excederse en la ingesta, lo que lleva a reforzar el control sobre lo que se come. Altera la sincronía de las estructuras cerebrales encargadas del control de la ingesta y del mantenimiento del peso corporal en torno a un valor de referencia llamado «punto de ajuste». Este mantiene el peso corporal estable, pero con una variabilidad totalmente normal. Si la restricción en el consumo equilibrado de alimentos se mantiene en exceso, puede producir una desorganización general del individuo generando alteraciones físicas, cognitivas y emocionales.

Factores familiares Además de las relaciones familiares relatadas en el capítulo anterior, existen otros factores en el ambiente familiar que propician la aparición de los trastornos alimentarios.

Factores desencadenantes

Los cambios: los trastornos de la conducta alimentaria suelen iniciarse en el contexto de un cambio vital: cambio de colegio, instituto; inicio de la universidad o de la vida laboral; cambios en el domicilio; de amigos; separación de pareja… esto es, situaciones que suponen una mayor responsabilidad o un nivel de madurez que la persona no tiene. El cambio más común es la pubertad, que implica hacer frente a una serie de cambios corporales.

Comentarios de personas relevantes son factores muy perjudiciales e inducen a muchas chicas a iniciar el trastorno, los comentarios de los entrenadores físicos -gimnasia, patinaje, natación, ballet, etc.- acerca de la necesidad de tener un cuerpo delgado para destacar, triunfar o vencer en las pruebas de competición o exhibiciones artísticas. O los comentarios opuestos acerca de la falta de habilidades de alguna alumna como consecuencia de un cuerpo con el más ligero sobrepeso.

La influencia de los compañeros: contagio escolar-seguridad relacional La presión para hacer dieta, de las compañeras del colegio o de algún equipo de deporte, es una situación de alto riesgo en una etapa -inicio de la adolescencia- en la que la influencia de los iguales adquiere un gran peso en la toma de decisiones.

Situaciones de evaluación: Los exámenes. El estrés que produce la evaluación y la perpetua sensación de ineficacia de las personas vulnerables hace que bastantes casos de anorexia y bulimia nerviosa surjan en época de exámenes. Además, muchas jóvenes inician sus atracones preparando exámenes al utilizar la comida como gratificación compensatoria.

Haber sido víctima de abusos. Haber tenido experiencias sexuales no placenteras. Algunas personas tras una experiencia sexual no deseada inician un trastorno purgativo que puede desembocar en una anorexia o en una bulimia.

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Fuente: Trastornos de la conducta alimentaria: cómo actuar desde la familia. Claves para prevenir y tratar trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia desde la familia. Autores: Rosa Calvo Sagardoy, Rodrigo Puente, Pilar Vilariño. Consejería de Políticas Sociales y Familia. Deposito Legal: M-33.279-2008. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM007184.pdf

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